LA CANA: el infierno y la esperanza de una mujer reclusa

Hugo Mora18 noviembre, 2020
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Ciudad de México. Una mujer dentro de un Centro Penitenciario no sólo cumple una pena privativa de libertad, sino también se enfrenta a la estigmatización de la sociedad que la acusa dentro y afuera de este.

En el 2016, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en México se registró un total de 188 mil 262 personas privadas de la libertad en los centros penitenciarios, de las cuales 95% son hombres y el 5% restante, mujeres. En este mismo periodo el grupo de las mujeres sufrió la mayor afectación en su estatus jurídico, ya que a pesar de ser el grupo con menor tasa de incidencia delictiva, el 44% de ellas aún estaba en proceso.

Cabe destacar que la mayoría (36%) de las mujeres detenidas en ese año contaban entre 18 y 29 años de edad, y el mayor porcentaje de reclusas solo contaba con educación básica.

De acuerdo al Inegi, algunos de los problemas que enfrentan las mujeres, son los asociados con el cuidado de sus descendientes. Este factor puede producir en las reclusas preocupación, ansiedad y estrés por haberlos dejado en una situación de mayor vulnerabilidad. Y de acuerdo con el Ministerio Público de la Defensa de Argentina, los efectos del encarcelamiento crecen debido a la ruptura familiar.

Es a través del tejido y el bordado como el proyecto de Reinserción Social, LA CANA, encontró en el 2016 una manera de apoyar a las mujeres que se encuentran recluidas en los más de 447 establecimientos penitenciarios en México, específicamente en Barrientos, Nezahualcóyotl Sur y Ecatepec, en el Estado de México; y en el Centro de Santa Martha Acatitla en la Ciudad de México.

Productos con causa realizados por las mismas internas dentro de LA CANA. Foto: Cortesía

La Cofundadora y Directora de Políticas Públicas de LA CANA, Wendy Balcazar Pérez, relató que las condiciones en las que vivían las mujeres privadas de la libertad en el contexto de pobreza, falta de oportunidad, desigualdad y marginación así como las condiciones indignas en las que suelen vivir impulsaron este proyecto que busca dar una mejor oportunidad y calidad de vida a las reclusas dentro y fuera del reclusorio.

Indicó que las mujeres internas sufren el estigma por parte de la sociedad, por lo que si buscaban una oportunidad laboral la probabilidad de que se les abriera la puerta era muy baja, y en estas circunstancias era muy probable de que regresaran a la cárcel por tener que recurrir a la delincuencia como un ingreso económico.

Con estas condiciones este proyecto nació en el Centro Preventivo y de Readaptación Social Tlalnepantla, mejor conocido como Penal Barrientos, en el que en un primer intento de emprendimiento las internas solían vender algunas de las artesanías que hacían, sin embargo se tenía la limitante de la generosidad de la gente.

Por lo que se optó por capacitar a las internas en el tejido y el bordado, y se propuso generar un producto de calidad que pudiera competir como cualquier otro en el mercado que le diera mejores condiciones de vida a las internas y fue así como surgió LA CANA, que hace referencia coloquialmente a la cárcel, con el propósito de que el consumidor de estos productos supiera que venía de la cárcel sin saberlo y al mismo tiempo supiera que había una causa detrás de su compra.

Conejos, patos, burritos, perros, dinosaurios, y distintos animales son tejidos por las internas en LA CANA. Foto: Cortesía

Actualmente 160 reclusas trabajan en LA CANA en los 4 centros penitenciarios mencionados anteriormente, y 350 mujeres han sido parte de este proyecto que comercializa sus productos a través de distintos centros y canales de distribución.

“Lo que empezó a prueba y error, hoy se ha traducido en miles de productos que fabrican estas mujeres pero sobre todo que cuentan la historia de estas personas que buscan construir un mejor futuro para ellas y para los suyos”, mencionó Balcazar Pérez.

Agregó que no solamente se requiere trabajo y capacitación para tener un oficio que le de a los internos un ingreso alejado de la delincuencia sino también se requiere de otros programas como de salud mental, educación, arte, cultura y deporte, los cuales también se les otorga en LA CANA.

Por último, Wendy Balcazar Pérez indicó que se busca implementar este proyecto en los distintos estados de la República a través de Franquicias Sociales y poder solucionar las problemáticas económicas dentro de las cárceles.

“Es un modelo fácilmente replicable en otros Centros Penitenciarios, además que pudiera traer un gran beneficios; estamos encerrando a la gente pero no estamos dando una opción b, un plan b, a quienes recurrieron al delito como una forma de ingreso”.

Para adquirir un producto de LA CANA puedes ingresar a su sitio web www.lacana.mx. 

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